martes, 30 de junio de 2020

La Ventana

Debido a que el enfoque del blog cambió por completo, pensé que ya no tenía sentido mantener el viejo nombre y diseño.

Alguien me dijo:
Tu blog es una ventana perfecta para aquellos que quieren observar nuestro mundo.
Así que, ¿por qué no llamarlo así?
"La Ventana".

¿Qué se ve a través de ella?

Nuestro mundo, insomnes afectados de parasomnia, sufriendo pesadillas durante la vigilia en esta noche eterna.

lunes, 29 de junio de 2020

Pájaros


Y en estas noches soleadas, en las que el Sol quema mi piel, y la oscuridad desgarra mis entrañas, cuando más miro en mi interior y me pregunto:

¿Cuán harto puede estar un hombre?

¿Cuál es el nivel de hartazgo que puede soportar un mortal antes de perder la cordura, o arrebatarse su propia vida?


Vivo con miedo, y la eterna incertidumbre, de si seré capaz de ver un nuevo amanecer, o si, por el contrario, esta noche será realmente eterna, o acabaré sucumbiendo...


Y, sinceramente, cada vez me veo más cerca de alcanzar ese límite.


Cada día la presión en mi pecho es mayor, y me cuesta más mantenerme a mí mismo.

Ya no tengo tregua, desde que me despierto, hasta que me duermo. Y las pesadillas que sufro desde hace meses tampoco ayudan.


Siento que giro y giro, dentro de una espiral que me consume y corrompe cada día un poco más, hasta que no queda nada de mí, hasta que sea demasiado tarde.

¿Demasiado tarde para qué?


Necesito salir de aquí, escapar, huir de mi propia mente, de mi propia cárcel.

Intento darme esperanza a mí mismo, intento decirme que todo mejorará, que tan solo tengo que aguantar un poco más, que, tal y como le he dicho siempre a todos los que necesitaban apoyo, la tormenta no dura para siempre, y mañana saldrá el Sol.

De verdad intento buscar ese atisbo de luz que vi hace tiempo, y luchar.


Alguien me dijo una vez:



Siento que eres como un pájaro enjaulado en medio de un salón enorme, lleno de luces que te llevan a una salida.
Pero, estás allí, encerrado en la jaula, viendo cómo se apagan una a una todas las luces, hasta que sólo queda una, indicando la verdadera salida.
Pero… ¿El pájaro quiere salir de esa jaula? Intentó abrir sus alas, y chocó con los barrotes tantas veces, que ya lo sigue intentando; si no lo ha conseguido antes, ¿por qué iba a lograrlo después?
Y ese es su fallo, ningún pájaro nace sabiendo volar, y, si sigue intentando abrir sus alas, y tras haber chocado varias veces, habría visto que hay una puerta abierta en la jaula, justo ahí, donde la primera vez no había nada.
Ese pájaro no está seguro de querer salir, porque, de hecho, esa jaula ha sido autoimpuesta por él, al igual que es su propio carcelero.
Sólo él, él mismo es el único que puede hacerla desaparecer... Pero, ¿quiere eso?
No lo tiene claro, pero las luces seguirán fundiéndose, y necesita tomar una decisión de peso.




Tal vez tenía razón, quizás yo mismo me impongo las barreras.

¿Seré mi propio carcelero?

No puedo saberlo, pues, siempre que he abierto las alas, me he chocado contra esos barrotes, y sigo sin ver esa salida.

domingo, 28 de junio de 2020

Sin sentido

Siempre que he comenzado alguna cosa como esto, blogs, o cualquier tipo de medio en el que escribo y publico cosas, termino llegando a un punto.

En dicho punto, me surge una pregunta:
¿Para qué lo hago?

Sí, a veces escribir es lo único que consigue calmarme, es muy terapéutico, pero, por otro lado... No le veo sentido.

Vuelve esa sensación, ese sentimiento de ser un victimista, un "llorica".
Un continuo "¿para qué lo haces? A nadie le importa lo que dices, nadie quiere leerte llorar".
Es inevitable.

Y, por eso mismo, termino abandonando esas cosas, y termino volviendo a escribir textos, poemas y demás, que guardo y jamás enseño a nadie.

Quizás soy yo mismo quien se encierra en su propia soledad, quizás soy yo mismo el que se niega la ayuda.

Pero... Así me han enseñado a ser, un independiente dependiente.


sábado, 27 de junio de 2020

Ella

El otro día quedé con unas personas, digamos amigos.
Estaba teniendo un buen día, lo estaba pasando bien, de verdad.

Pero, había algo ahí... No ahí, sino en mí, en mi propia cabeza.

En un momento en el que me quedé solo unos minutos, aproveché para escribir un esbozo de un texto para este blog (uno de tantos que tengo guardados).

Unos retoques más tarde, es esto lo que ha salido:

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No siempre es todo negro; hay días es los que te sientes bien.

Sales a cenar con quien amas, consigues hacer algo que llevabas tiempo intentando, te compras algo que querías, quedas con algún amigo… Ya sabes, esas pequeñas cosas que le hacen sentir bien a cualquiera.
Y tú, realmente disfrutas esos momentos en los que parece haber más luz que oscuridad en tu interior, por supuesto que sí.
Parece, incluso, que estás saliendo del pozo en el que te hallas sumido.

Pero ella... Ella sigue ahí.

Ella te observa desde lo más profundo de tu ser. Te acecha, amenazante, desde la propia oscuridad que ella misma desprende.

Sí, estás disfrutando genuinamente ese momento, estás incluso contento, pero, de fondo sigues notando esa oscuridad dentro de ti, y da igual lo bien que te lo estés pasando.
Es como un zumbido prácticamente inaudible que te ensordece, y que hace que tu mente vibre en una frecuencia que te rompe poco a poco.

Estás bien, pero, de pronto, sientes una punzada de oscuridad.

Es como una lucidez inversa, como si, por un momento, sintieses que, da igual qué, y da igual cómo, siempre vas a estar ahí atrapado.

He dicho “lucidez inversa”, pero… ¿Realmente es inversa?
Quizás sea verdadera lucidez, que te recuerda lo que hay, que te recuerda quién eres.
Realmente te hace pensar que es así, que nunca podrás desprenderte de esa oscuridad que te corrompe y consume, que no hay una luz para ti.

Ella...
No te puedes escapar.

Ella...
Nada te puede salvar.

martes, 16 de junio de 2020

Viejos tiempos

Se extrañan, ¿verdad?

Vivo sumido en una eterna melancolía.
Estoy maldito con una memoria increíble, y con una noción extraña del tiempo.
Lo que pasó hace 10 años, lo siento y recuerdo como si fuese ayer mismo.

Y así... Me es inevitable añorar todos aquellos momentos que se fueron, y que ya jamás volverán.

La fuerza del cambio.

Cada día, cada hora, cada minuto que pasa, todo cambia en cierta manera.
Lo que hoy es, mañana ya no será, y pasado... ¿Quién sabe?

Son tantos momentos los que todavía permanecen en mi mente...

Sé perfectamente que ya nada de aquello volverá.

No volverán las noches de locuras con mi "hermano".
No volverán los "espaguetis voladores".
No volverán las grabaciones improvisadas.

No volverán los paseos y las comidas con mi familia, tal y como fueron.
No volverán los largos paseos con mis perros.
No volverán los ronroneos de mi gata.

No volverán los paseos interminables con mi abuelo.
No volverán sus historias, sus chistes.
No volverán las noches con mi primo y con él.

No volverán los momentos que destruí con mis errores.
No volverán las oportunidades que estropeé.
No volverán los cariños como fueron.

Pero permanecerá el daño hecho.
Permanecerán las malas decisiones, los errores.
Permanecerá el arrepentimiento.

Y los recuerdos...
Siempre estarán ahí, repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.
Sintiendo todos aquellos momentos tan cercanos, pero, a la vez, tan lejanos e imposibles de repetir...

Y yo...


lunes, 15 de junio de 2020

Caída


Cuando empecé el blog, no pensaba arrastrarlo hacia la Oscuridad.

Juro que no.


Pensaba hacer un blog sobre todo tipo de reflexiones, divagaciones y ensoñaciones, pero… La Oscuridad es demasiado fuerte, y siempre consigue corromper todo mi mundo.


Y ya no sé qué hacer, no sé cómo aliviar esta carga que me destruye.

No hallo consuelo, ni paz. Necesito descansar.

Y, a veces, lo único que me calma es escribir, lanzar una de esas lanzas al vacío.


He luchado mucho, mucho tiempo. Tanto que no recuerdo mi vida sin luchar contra ella.

Hubo ocasiones en las que sentí que ganaría la batalla, me sentí tan cerca de lograrlo…

Pero, cada vez que me aproximaba a la victoria, volvía a precipitarme al abismo, sin nada a lo que sujetarme, sin nada que amortiguase mi caída.


Caía en ese pozo sin fondo, golpeando el fondo con mi cuerpo, rompiéndome todos y cada uno de mis huesos.

Una y otra vez.


Y caigo, caigo… ¡CAIGO!


Caigo mientras siento como todo mi cuerpo arde, la presión en mi cabeza es de tal magnitud que siento que está a punto de explotar.


Y sigo cayendo, a una velocidad cada vez mayor.

¡Caigo descontroladamente hacia mi propio final!


Caigo… Caigo…


Y yo... Estoy cansado de caer.

Estoy muy cansado.

Soledad

Solo.
Simplemente, solo.

domingo, 14 de junio de 2020

Un fracaso

A lo largo de mi vida siempre me he sentido un rotundo fracasado.
Siempre ha parecido que, todo lo que hago, todo lo que intento, termina en un estrepitoso fracaso.
Independientemente de lo que haga, parece tener todo el mismo final.

¿Soy un fracasado?
¿Soy culpable de mi propio fracaso?
¿Es el mundo el que me hace fracasar?
¿Soy yo el fracasado, o lo es el mundo?

No sólo escribo prosa, también escribo en verso.
A veces escribo "poemas".
No buscan ser buenos, no buscan agradar.
Su único cometido es calmar la oscuridad que siento en mi interior cuando los escribo.

«Un tachón en mi diario,
eso es lo que es.
Un recuerdo amargo olvidado,
que he tapado para hacerlo desaparecer.

Un error en los cálculos,
que arruinó la operación.
Un número mal puesto,
que cambió el resultado.

Como una comedia sin humor,
o un romance sin amor,
respirar por la cabeza,
y comer con el corazón.

Una vela que se apaga,
en la mitad de la noche,
y un anciano que tropieza,
y su vida se oscurece.

Un tachón en este mundo,
un error en estos tiempos,
una tragicomedia sin corazón,
o un anciano en la noche.

Un olvidado por sí mismo,
y un resultado imprevisto,
una cabeza que se apaga,
y un fracaso, que soy yo.»
Me siento atrapado en mi propia cárcel.

sábado, 13 de junio de 2020

Entre la Luz

¿Conoces ese lugar?
Esa pequeña franja de oscuridad en la que muchos estamos encerrados.
¿Lo conoces?
Se encuentra entre dos grandes rayos de luz, los puedes ver a ambos lados, pero tú estás ahí atrapado, entre ellos.

Estás ahí, sumido en una profunda oscuridad, mientras puedes ver al resto de personas que te rodean disfrutando de la luz.

No puedes salir, no eres capaz de traspasar tanta oscuridad.
Es demasiado densa.

Luchas por salir de ahí, con todas tus fuerzas, pero siempre pasa lo mismo.

Llegas al límite de la oscuridad, justo donde se junta con la luz.
Alzas tu mano y la acercas despacito.
Puedes notar el calor de la luz, puedes notar esa sensación tan placentera que parecen sentir todos los que están ahí dentro.
Poco a poco, la felicidad empieza a crecer en ti, ¡estás tan cerca de alcanzar la luz!

Ahí, sólo un poquito más, apenas un centímetro tu mano será iluminada.
Estiras la mano.

Pero, justo cuando apenas queda separación entre ella y la luz, algo tira de ti.

Te arrastra de nuevo a lo más profundo de la oscuridad, y te encadena otra vez.

Vuelves a empezar, poco a poco, paso a paso.
Y la historia se repite una y otra vez.

Hasta que, finalmente, dejas de intentar abandonar la oscuridad.
Este es tu hogar ahora, en la oscuridad que se halla entre la luz.

viernes, 5 de junio de 2020

Lanzas

Desde que tengo uso de memoria, siempre he escrito algunas cosas, textos o poemas desahogándome.
Los publico en diversos lugares, foros que frecuento (con cuentas secundarias), en Instagram, por chats anónimos... Incluso en mis propias redes sociales, donde todos pueden verlo.
Soy escritor (o un intento de ello), y todo mi entorno lo sabe, así que, puedo entender que nadie le preste mayor importancia.
Pensarán que tan solo estoy practicando la escritura, nada más.

Hace un tiempo, se me ocurrió llamar a esos escritos "Lanzas".
¿Por qué lanzas?
Porque eso es lo que son.
Son lanzas, textos que lanzo al azar, gritos de socorro desesperados, con la esperanza de que alguien se de cuenta de ellos.

Pero nadie lo hace.

No me puedo creer que nadie vea más allá de esos textos, que no lean entre líneas.
O, quizás... Quizás sí lo hacen, pero, simplemente, no les importa.
No les importo.

Ese es un sentimiento que tengo desde, bueno, desde siempre.
Siempre me he sentido completamente irrelevante, insignificante, más aún de lo que todos somos de por sí.
Poca gente, o nadie, se ha parado nunca a preguntarme "¿Cómo estás? ¿Estás bien?".
Incluso, las pocas veces que realmente he necesitado desahogarme con alguien, no he encontrado ningún tipo de apoyo en esas personas.

Soledad...
Siempre me he sentido tan solo...

Hoy he lanzado otra de esas lanzas, en un momento de desesperación máximo.
A veces escribir es lo único que consigue calmarme un poco, lo suficiente para no hacer una locura.
Siempre he encontrado algo muy terapéutico en la escritura.

Pero, esas lanzas no llegan a nadie.
Nadie les presta atención, nadie acude a mi llamada de auxilio desesperada.

Nadie.
Nadie.

Estoy muy, muy harto de todo.
Cada día caigo más en picado, y realmente temo por mi integridad.
He llegado a tal punto de hartazgo que siento que voy a explotar en cualquier momento.
La presión, el hartazgo, la tristeza, el dolor que siento... Cada día se hace más insoportable.
No encuentro apoyo en nadie, ni siquiera tengo amigos, solo uno.
He intentado cambiar mi vida, me he marchado y he empezado de cero en 2 ocasiones, pero siempre vuelvo a caer en esta espiral de tristeza, hartazgo y desesperanza, siempre termino hallándome al límite de mí mismo, a punto de estallar.
No le veo el sentido a nada, nada llena el vacío que siento dentro.
Ni la terapia psicológica, ni los antidepresivos, nada parece ayudarme.
Cuanto más pasos doy, más siento que estoy acercándome al borde de un precipicio, y que es inevitable que termine cayendo al abismo que me espera allí abajo.
No sé qué hacer, estoy muy cansado.

lunes, 1 de junio de 2020

En la cuerda floja.

Esto no es más que uno de los muchos textos que supuro cuando la Oscuridad me abraza con fuerza:


Siento que he estado ahí toda mi vida, año tras año.

Unas veces más cerca de caerme, otras, con los pies firmemente apoyados.

Pero siempre, siempre en la cuerda floja.


Alguien que me conoce desde hace mucho tiempo, que sabe gran parte de la historia que arrastro, me dijo en su día: “estoy preocupado por ti, creo que estás a una desgracia de perder la cabeza”.

Lo admito, yo mismo tenía miedo de ello.

Siempre sentí que mi mente, mi ser, estaban a punto de quebrarse y perderse para siempre en el océano de pesadillas que hay ahí abajo, esperando a que me caiga de esta cuerda floja.


He estado a punto de caer más veces de las que jamás admitiría.

Muchos días, muchas noches, sumido en la más completa oscuridad, pensando fervientemente que, la única salida, la opción más sensata, era, simplemente, dejarme caer.


¿Qué más daría?


Muy poca gente me extrañaría, muy pocos llorarían mi… ¿Pérdida?

Siempre pensé que soy más una carga, que no aporto nada positivo en el mundo de quienes me rodean.


He luchado toda mi vida, contra todo, contra mí mismo, contra los demás, contra los fantasmas que habitan en mi cabeza, contra el mismo Universo.

Siempre luchando, siempre guerreando.

En una batalla que se extiende ya más de dos décadas, y que parece no tener otro final que mi desaparición.


La Bestia siempre ha estado ahí, susurrando desde lo más oscuro de mi ser, pidiendo ser liberada.


He luchado por mí, por los demás, he luchado demasiado.

Me he quedado sin fuerza tantas veces que estoy realmente sorprendido de estar aquí ahora, de conservar algo de cordura todavía.

Estuve cosa de una década yendo a terapia, y un tiempo medicándome, como actualmente.

La terapia nunca me ayudó, al contrario, me hacía ver con mayor claridad el abismo en el que estaba, en el que estoy, sumido, y me hacía reafirmarme en mi pensamiento de que, la única salida es abandonar este reino terrenal.


¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué sigo luchando? ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene?


Son muchas las cuestiones que abordan mi mente cada día, y son muchos los terrores que me acechan cada noche.


¿Cuánta gente asistiría a mi funeral?


Siento que, de una forma u otra, todos me han fallado, que siempre he dado todo de mí, torciendo y retorciendo mi ser, y que nunca ha servido de nada.

Me he arrastrado, me he adaptado, he cambiado, he fallado a todos y cada uno de mis principios. Siempre por el bien de los demás, siempre por un bien mayor.


Juro que he dado todo de mí, que me he esforzado al máximo, hasta llegar al punto de quemarme y romperme cada vez más.

Todos me han conocido siempre con una sonrisa en la cara, y dispuesto a ayudar a todo aquel que precisase de ayuda, sobrepasando mis propias posibilidades.

Ha sido mucha gente la que ha llorado en mi hombro, mucha la que ha utilizado la poca luz que quedaba en mi interior para guiarse en la oscuridad.


¿Y cuánta de esa gente se ha girado a mirarme al marcharse?

¿Siquiera se acuerda alguien de mí? ¿Pervivo en la memoria de todos aquellos que perduran en la mía?


No creo que nadie de esa gente piense ni una sola vez en mí a lo largo de sus días.

Nadie recuerda, nadie ve.


¿De qué me sirvió todo, entonces? ¿Para qué he empleado mis fuerzas en apoyar a gente que sabía que se marcharían sin siquiera dedicarme una sonrisa?

Y, lo mejor de todo… ¿Por qué lo sigo haciendo?

¿Por qué sigo luchando?


«¡¿Para qué seguir?! ¡¿Para qué insistir?!» Dijo aquel que pude ser yo en otros tiempos.

Y qué razón tenía…


Dije, hace muchos años, “seguiré mi camino por mucho que duela”, pero… ¿Hacia dónde va ese camino?

¿A caso hay un camino?


No lo sé.


Siempre he seguido caminando, cuestionándome cada mísero día de mi vida hacía dónde me lleva el camino que yo mismo estoy forjando.


Y aquí sigo, en la cuerda floja.


Me tiemblan las piernas, apenas me quedan fuerzas.

Veo al Abismo observarme desde abajo, esperando a que finalmente caiga.

Pero sigo caminando, sigo adelante…


¿Hacia dónde? ¿Para qué?


¡Poemario!

  Tras un largo periodo de tiempo trabajando en ello, mi pareja y yo al fin hemos conseguido sacar a la luz nuestro pequeño gran proyecto. S...