martes, 29 de agosto de 2023

Viajar ligero

 


A lo largo de la vida me he mudado muchas veces. Tantas como para darme cuenta de que, lo mejor, es viajar ligero.

¿A qué me refiero?

Todo el que se haya mudado, o haya ayudado a otra persona en una mudanza, se habrá dado cuenta de la cantidad de cosas que acumulamos a lo largo de la vida.

Que si un recuerdo de tal viaje, otro de tal persona, una chorradita que compré en tal lugar... Que si libros que no me he leído ni me leeré, libros que me he leído cien veces… Que si ropa que ya no me vale, ropa que me da pena tirar…

En conclusión, una cantidad inmensa de objetos cuya utilidad terminó hace tiempo.

¿Y qué sucede entonces?

Pues que tienes dos opciones: o haces una mudanza con decenas de cajas llenas de cosas que carecen de valor real, o haces una limpieza y te quedas solo con aquello que realmente te merece la pena conservar.

Y todos sabemos lo cansadas que son las mudanzas, así que imagina hacer una en la que haces interminables viajes cargado de cosas. ¿Qué te pasaría?
Acabarías agotado de tanto cargar con cosas.

¿Qué necesidad hay de sufrir por acumular una cantidad ingente de cosas inútiles?

Al final te das cuenta de ello, y decides deshacerte de todo aquello que ya no te sirve de nada, ¿verdad?

Bien, pues lo mismo se puede decir de aquellas cosas no materiales.

¿De qué nos sirve cargar con la culpa, la vergüenza, el arrepentimiento, el rencor, el odio… Y todos aquellos sentimientos negativos?

No quiero que se me malinterprete, no estoy diciendo que no debamos sentirlos en determinadas ocasiones. Al contrario, soy un fiel defensor de que es bueno y saludable sentirlos en ciertos momentos.

Me refiero más bien a esas cosas que arrastramos durante mucho tiempo.

Estoy seguro de que todos tenemos algún recuerdo vergonzoso que nos viene a la mente de manera recurrente. O algo de lo que nos arrepentimos en mayor o menor medida. Y lo mismo puedo decir del rencor: creo que todos lo hemos sentido alguna vez.

Pero llega un momento en la vida en la que esos sentimientos te pesan y agotan tanto que terminan condicionándote de cierta manera.

Entonces, si te has deshecho de las cosas materiales que no te servían, ¿por qué no lo haces con las cosas no materiales que no te benefician?

Creo que vivimos en una sociedad que no prioriza la salud mental como debería.

Lo que quiero decir con todo esto es que hay que aprender a viajar ligero, tanto física como mentalmente.
No es necesario que carguemos con sentimientos horribles toda la vida, al contrario, lo ideal es dejarlos salir y que den paso a nuevos sentimientos.

Vivid, sentid, soñad.

martes, 1 de agosto de 2023

Golpes contra el muro

 


¿Sabes esas veces en la vida en las que sientes que estás golpeando contra un muro?

A veces empieza como algo inocente, te pones una meta, un objetivo, y luchas por él. Sin descanso, sin parar.

Pasas una gran cantidad de tiempo tratando de lograr tu propósito, pero nunca lo consigues. Y no lo entiendes, si lo has dado todo de ti, ¿por qué fracasas?

Es entonces cuando te das cuenta, estás golpeando un muro.
Entonces solo te quedan dos opciones: resignarte y abandonar la lucha, o seguir golpeando el muro.

Muchas veces decides lo primero, pues, ¿qué sentido tiene malgastar fuerzas en algo que no vas a conseguir nunca?

Pero otras decides seguir luchando. Es ahí cuando cierras el puño y te preparas para golpear con todas tus fuerzas.

Golpeas una y otra vez, sin descanso, sin temor, sin dudar.

Luchas sin cesar por aquello que te has propuesto.

A veces desesperas, pues el muro sigue ahí, impasible, sin siquiera agrietarse pese a tus esfuerzos. Pero no dejas que eso te haga desfallecer, al contrario, te envalentonas y tu determinación aumenta.

Continúas golpeando, incluso cuando tienes ambos puños rotos, golpearás con la cabeza si hace falta, pero no dejarás que nada te detenga. Nada impedirá que consigas tu objetivo.

Pasas días y noches cargando contra el dichoso muro, pues sabes que algún día cederá. Tiene que hacerlo.

Quizás llegue algún momento en el que llegues a cuestionarte tu propia cordura, pero ni siquiera tus propios pensamientos son capaces de disuadirte.

Y sigues luchando, golpeando y cargando, sin importar nada más.

Vas haciéndote cada vez más fuerte, consiguiendo más experiencia, aprendiendo a golpear mejor.

Entonces sucede algo: ves una pequeña grieta en el muro. Y eso te hace entrar en euforia.

Golpeas más fuerte y rápido que nunca, pues sabes que el muro está a punto de ceder.

Cae el primer pedazo de muro. Puedes alcanzar a ver vagamente lo que hay al otro lado. Puedes llegar a ver tu objetivo cumplido.

Golpeas una vez más, y otra, mientras el agujero del muro va haciéndose cada vez más grande.

Y finalmente el muro se derrumba.

¡Poemario!

  Tras un largo periodo de tiempo trabajando en ello, mi pareja y yo al fin hemos conseguido sacar a la luz nuestro pequeño gran proyecto. S...