He
redactado una serie de reflexiones.
Mi idea original era publicarlas todas en una sola entrada, pero debido a que
son largas, creo que lo mejor es dividirla en varias partes.
Sin más,
os dejo con la primera.
A lo
largo de una de estas semanas, he vivido una serie de acontecimientos, la
mayoría de ellos malos, que me han hecho cambiar mi perspectiva de ver la vida,
así como la manera en la que me tomo las cosas.
Digamos
que, durante esa semana, me encontré a mí mismo, y comencé a caminar por un
sendero que hasta entonces, creía inalcanzable.
Entonces,
alguien me ha preguntó que a qué conclusión he llegué.
Y me
pareció muy curioso que preguntase eso.
Tal vez
llegué a la conclusión de que no tengo por qué llegar a ninguna conclusión.
Simplemente vivir, fluir.
Dejarme ser y que sea lo que deba ser.
Como
dijo alguien a quien conocí durante esa semana: "no es dejarse llevar por
el viento. Es ir con él"
Todo
tiene su motivo, lo veamos en ese momento o no.
Y todo sucede por algo, incluso cuando no sucede nada
Y que, para luchar, también hay que descansar.
Creo que
esa semana emprendí un viaje, y que acaba de comenzar.
Pregunté
a varias personas que a qué temen, que de qué huyen, y por qué lo hacen.
También les pregunté que qué necesitan para dejar de huir.
Y esas
preguntas también eran para mí.
Tal vez
llegué a la conclusión de que no tengo por qué llegar a ninguna conclusión. O
quizás sí, pero no todavía.
Todo
tiene su momento.
Siento
que he pasado toda la vida luchando, lo he dicho muchas veces.
Y siempre me he preguntado contra qué lucho.
Durante mucho tiempo, pensé que luchaba contra el mundo, y contra mí mismo.
Pero… ¿Por qué lo hago? ¿Por qué debo luchar?
Me
negaba a mí mismo descansar, “perderé la guerra si descanso en esta batalla”,
me decía.
Pero…
¿Acaso no es necesario descansar para poder continuar luchando?
Si no descansas, el propio desgaste hará que pierdas la guerra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué se te pasa por la cabeza, Habitante?