sábado, 27 de junio de 2020

Ella

El otro día quedé con unas personas, digamos amigos.
Estaba teniendo un buen día, lo estaba pasando bien, de verdad.

Pero, había algo ahí... No ahí, sino en mí, en mi propia cabeza.

En un momento en el que me quedé solo unos minutos, aproveché para escribir un esbozo de un texto para este blog (uno de tantos que tengo guardados).

Unos retoques más tarde, es esto lo que ha salido:

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No siempre es todo negro; hay días es los que te sientes bien.

Sales a cenar con quien amas, consigues hacer algo que llevabas tiempo intentando, te compras algo que querías, quedas con algún amigo… Ya sabes, esas pequeñas cosas que le hacen sentir bien a cualquiera.
Y tú, realmente disfrutas esos momentos en los que parece haber más luz que oscuridad en tu interior, por supuesto que sí.
Parece, incluso, que estás saliendo del pozo en el que te hallas sumido.

Pero ella... Ella sigue ahí.

Ella te observa desde lo más profundo de tu ser. Te acecha, amenazante, desde la propia oscuridad que ella misma desprende.

Sí, estás disfrutando genuinamente ese momento, estás incluso contento, pero, de fondo sigues notando esa oscuridad dentro de ti, y da igual lo bien que te lo estés pasando.
Es como un zumbido prácticamente inaudible que te ensordece, y que hace que tu mente vibre en una frecuencia que te rompe poco a poco.

Estás bien, pero, de pronto, sientes una punzada de oscuridad.

Es como una lucidez inversa, como si, por un momento, sintieses que, da igual qué, y da igual cómo, siempre vas a estar ahí atrapado.

He dicho “lucidez inversa”, pero… ¿Realmente es inversa?
Quizás sea verdadera lucidez, que te recuerda lo que hay, que te recuerda quién eres.
Realmente te hace pensar que es así, que nunca podrás desprenderte de esa oscuridad que te corrompe y consume, que no hay una luz para ti.

Ella...
No te puedes escapar.

Ella...
Nada te puede salvar.

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