martes, 10 de octubre de 2023

Hogar

 


Se ajustó el casco y decidió que era hora de salir.
Observó el lugar que le rodeaba, quizás por una última vez, y un sentimiento agridulce le recorrió por la espina dorsal.
Sabía perfectamente que aquel era, posiblemente, su final. Pero estaba preparado para ello; había pasado demasiado tiempo allí encerrado, y no podía aguantar un solo día más.
Ultimó los preparativos para su viaje y se dirigió hacia la puerta.
Lanzó una última mirada al lugar que durante un largo periodo le había servido de hogar y refugio.
Suspiró y pulsó el botón que abría la compuerta. Ya no había vuelta atrás.
Sintió como si lo de ahí fuera le absorbiese, un gran tirón que le lanzaba hacía el exterior. Experimentó un tremendo temor, incluso pánico, pero no dejó que eso le impidiese actuar. Tenía que moverse rápido o todo sería en vano.
Agarró la cuerda que tenía atada en el cinturón y se estabilizó.
Observó lo que le rodeaba. Había cambiado mucho desde la última vez que había estado ahí fuera.
Pensó en todo aquello que había quedado atrás, amigos, familia… Todo formaba ya parte del pasado. Y él también lo haría si no hacía algo pronto.
Se agarró a una barra que había próxima a él, y comenzó a desplazarse hasta el lugar al que debía llegar.
Le costaba un poco moverse, pero poco a poco llegó hasta su objetivo.
Abrió el panel que tapaba un complicado circuito eléctrico y comenzó a inspeccionarlo. Sabía que el fallo estaba allí, en algún lugar.
Pasó un largo rato comprobando componente tras componente, hasta que finalmente dio con lo que estaba buscando.
Algo no cuadraba, alguien había arrancado manualmente uno de los cables, pero era imposible, él estaba allí completamente solo.
¿Cómo podía ser? Desde luego, él no lo había hecho, pero, ¿entonces?
Sacudió la cabeza, debía haber otra explicación, aunque no iba a pasar más tiempo del necesario allí fuera. Conectó de nuevo todo, cerró el panel y se desplazó hasta la compuerta.
Había sido fácil, demasiado. Pasó los últimos meses aterrorizado para nada.
Se dirigió a la sala principal para comprobar que todo funcionaba correctamente, y así era.
Ahora solo quedaba volver a su hogar, si es que todavía existía.
Se puso a los mandos y emprendió el viaje de vuelta.
Tardó un par de horas en acercarse lo suficiente como para enviar una señal de radio. Esperó pacientemente a obtener una respuesta, pero por más que esperaba, no sucedía nada.
Pensó que tal vez, no había nadie en aquel momento, así que se puso cómodo y esperó un poco más.
Al día siguiente seguía sin recibir respuesta alguna, así que decidió introducir las coordenadas del lago más cercano a su hogar, reunió todas las provisiones que le cabían en la mochila, y entró en la cápsula de emergencia.
Ya solo quedaba ordenar el lanzamiento.
Tragó saliva, a partir de aquel momento, su destino estaba en manos de los Dioses.
Pulsó el botón mientras su pulso se aceleraba y se agarró con todas sus fuerzas al arnés de seguridad.
Tras unos segundos todo comenzó a temblar, y una sonrisa se dibujaba en su rostro. Pensó en sus seres queridos, y en que pronto estaría con ellos de nuevo. Estaba impaciente.
Cuando el movimiento cesó se desató el arnés y se acercó a la puerta.
Salió al exterior, por fin estaba en casa. Por fin estaba en la Tierra.

jueves, 5 de octubre de 2023

Soledad II

 


La soledad… ¿No os parece curioso?

Vivimos en una época en la que todos estamos conectados mediante la tecnología, pero también parece que estamos más desconectados que nunca.

¿Cuánta gente se sentirá en completa soledad ahora mismo?

Quizás no estén físicamente solos, es posible que tengan a personas a su lado, pero en su interior, la soledad más pura y desgarradora les aflige.

Un sentimiento completamente desolador, que te hace plantearte todo en la vida. Y es que, no dejamos de ser seres sociables, por eso, cuando la soledad es impuesta y no buscada, puede llegar a ser muy doloroso.

Tan solo parad para observar a vuestro alrededor. O entrad a cualquier sitio en internet. Es más que evidente que hay mucha gente que se siente completamente sola y perdida.

Es posible que tú mismo, querido lector, te sientas así en estos momentos.

En lo personal, siempre he sentido esa soledad pura. Sí, he tenido (y tengo) personas que me quieren a mi lado, pero eso a veces te hace sentir culpable. “¿Por qué no valoro lo que tengo?” o “soy un desagradecido”, son algunos de los pensamientos que te pueden llegar, pese a saber que no es tu culpa.

Creo que hay momentos en la vida, a veces muy largos, en los que nos es inevitable sentirnos así. No significa que no valores a los que tienes alrededor, en absoluto. Supongo que es algo que va más ligado a nuestro interior, a nuestro ser más profundo.

A veces me paro a pensar en toda esa gente despierta a las 3 de la mañana sin poder dormir, en lo mucho que les ayudaría un abrazo y unas palabras de aliento. Sentir que tienen apoyo a su lado, que, pase lo que pase, esas personas estarán ahí.

Hay tanto dolor en este mundo que a veces es abrumador.

Hace tres años publiqué una entrada con el mismo título, mucho más escueta que esta, pero no menos llena de significado.

Sin más, creo que voy a terminar esta entrada.

Un abrazo.

Y recordad, todo va a salir bien.


¡Poemario!

  Tras un largo periodo de tiempo trabajando en ello, mi pareja y yo al fin hemos conseguido sacar a la luz nuestro pequeño gran proyecto. S...