martes, 22 de febrero de 2022

Luchar

 


Llega un momento en la vida en el que te replanteas absolutamente todo.

Miras hacia atrás, y repasas cada paso que has dado, cada decisión.
Y te cuestionas… ¿Habré hecho bien? ¿He seguido el camino adecuado?

Pero, no te arrepientes de nada.
Toda decisión que has tomado, cada vez que has apostado, aunque hayas perdido, tú siempre has hecho lo que has considerado lo correcto.

El problema es que, no arrepentirte no tiene por qué significar que te alegres o te sientas realizado con todo lo que has hecho.

Y, entonces… Te lo replanteas todo, una vez más.

¿Para qué estás ahí? ¿Para qué luchas?
¿Para qué seguir?

Otra vez, echas la vista atrás, y, ¿qué ves?
Dolor, sufrimiento, tristeza, vacío…
¿Te ha merecido la pena todo el camino hasta aquí?

Realmente, tampoco sirve de nada pensar en ello. El pasado no se puede cambiar.

Sin embargo, miras al presente, y, ¿qué ves?
Dolor, sufrimiento, tristeza y vacío.
Pese a saber que la Luz está en alguna parte, tú vives en la más absoluta oscuridad.

Es entonces cuando miras hacia adelante, y… ¿qué quieres ver?
¿Quieres seguir atrapado en este bucle en el que te encuentras?
¿Quieres seguir luchando?

Pero… ¿Te queda otra opción?
¿Hay algo que puedas hacer?

Te sientes condenado a luchar, eternamente.

¿Contra qué luchas? ¿Para qué lo haces?

Pero sigues caminando, sigues luchando. Porque no te queda otra.

Piensas en tirar la toalla, más de lo que deberías, más de lo que admitirías… Pero no lo haces.

Sigues caminando, siempre.

Pero entonces vuelves a mirar, al pasado, al presente, y al futuro.
Y sientes miedo, pánico.
Sientes que estás a punto de perderte a ti mismo, una vez más.
Que estás a punto de perder la poca cordura que te queda.

Pero… ¿Qué puedes hacer?

Nada. No puedes hacer nada.

Tan solo luchar.

viernes, 18 de febrero de 2022

Mediocre

 


Mediocre.

Así me he sentido toda mi vida.

Trato de mejorar, poco a poco, pero muchas veces me frustro.
Siento que, por mucho que me esfuerce, sigue siendo insuficiente.

Y yo trato de progresar.

Pero me veo a mí mismo, me leo, me escucho… Y no puedo evitar compararme, con todo el mundo. Es entonces cuando me invade un sentimiento de inferioridad tremendo.

A veces, en contadas ocasiones, escribo algo que me parece bueno.
Pero luego lo vuelvo a leer, y me decepciona de nuevo.

¿Quizás soy demasiado perfeccionista?
Siento que persigo un nivel al que jamás llegaré…

Y esto se puede aplicar a cada ámbito de la vida.

Siempre siento que no soy suficiente.

Por ejemplo, estoy escribiendo un poemario. Tengo más de 50 poemas para seleccionar y poner los mejores.
Sin embargo, a medida que los leo, me parecen todos malos, mediocres. Insuficientes.

De verdad que intento mejorar cada día, pero a veces dudo de mi propia capacidad. Siento que estoy estancado en este sentimiento, y que jamás me consideraré lo suficientemente “bueno”.

Y por mucho que lo intente, por mucho que me esfuerce, siempre tengo ese maldito sentimiento de mediocridad.
Tanto, que a veces me planteo si realmente habré llegado a mi máximo de mejoría, y que ya jamás podré salir de este nivel.

Y eso me frustra más.

Pero es que hay días en los que, por mucho que escriba y escriba, no soy capaz de plasmar con palabras lo que siento.

A veces me viene a la cabeza una historia que escuché hace tiempo, y de la que no consigo acordarme con claridad.
Dicha historia, trataba sobre un escritor, si no recuerdo mal.
Dicen que se volvió loco al verse incapaz de superarse a sí mismo. Que, una vez que escribió su mejor obra, la frustración de saber que nunca podría escribir algo mejor le terminó volviendo loco.

Tal es esa sensación que ni siquiera he sido capaz de llevar a cabo esta entrada como realmente quería.

Pero pasan los días, y yo soy incapaz de hacer nada mejor.


domingo, 6 de febrero de 2022

Casos perdidos

 


Casos perdidos.

Eso éramos mi “hermano” y yo cuando nos presentaron: dos casos perdidos.

No teníamos a nadie, y la oscuridad nos había corrompido desde muy pequeños.
La verdad es que la cosa pintaba mal para nosotros.

Pero entonces, alguien tuvo la genial idea de presentarnos, y todo comenzó a cambiar.

Tal vez por el hecho de que, al ser ambos dos “casos perdidos”, al estar ambos tan sumidos en la oscuridad, nos entendíamos como poca gente podía hacerlo.

El destino quiso que, al poco tiempo, nos pusieran en la misma clase. Y empezó a surgir una verdadera amistad.

Podría rememorar muchos momentos de aquel entonces, pero no trata sobre eso esta entrada.

Lo que he querido decir con esta introducción es que, hay un pensamiento bastante común:
La gente dice que, si te juntas con alguien que está mal, estando mal tú también, será peor para ambos. Pero… ¿Por qué?

Entiendo que,  en algunas situaciones sea así, pero pienso que está mal enfocado.
El hecho de que dos personas se sientan parecido, debería servir para aliviar un poco el sentimiento de tremenda soledad que la oscuridad te hace sentir. Para hacerte ver que no estás loco, que hay gente que se siente igual que tú.

En vez de hundirse mutuamente, esas dos personas deberían aprovechar para apoyarse mejor de lo que nadie más podría hacerlo.
¿Quién mejor que tú sabe lo que necesitas escuchar en ciertos momentos?
Precisamente por eso, es más probable que sepas qué decir en el momento justo para alguien que se siente como tú.

Y así ha sido en mi caso, al revés de esa creencia popular.
El hecho de juntarme con gente que me comprendía me ayudaba a seguir adelante, a la vez que yo ayudaba a esas personas también.

Echo la vista atrás, y se me ocurren momentos en los que, de no ser por haber tenido a mi lado a gente como mi “hermano”…

Siempre tendré marcada en la memoria aquella frase que me dijo una vez, hace ya alrededor de una década: “tío, me preocupas. Creo que estás a una desgracia de perder la cabeza.”

Fue precisamente aquella frase la que me dio el empujón necesario para superar las desgracias que se acontecieron después.
El saber que él me comprendía, que él veía mi oscuridad, y que la sentía igual que yo… Fue suficiente.

Creo que, en todos los años que llevamos siendo amigos, nunca nos hemos hundido mutuamente, pese a que ambos hemos pasado malos momentos simultáneamente.

Por eso siempre pensaré que, si lo enfocas de otra manera, todo puede ser muy distinto.

¡Poemario!

  Tras un largo periodo de tiempo trabajando en ello, mi pareja y yo al fin hemos conseguido sacar a la luz nuestro pequeño gran proyecto. S...