Hace
tiempo que tomé la determinación de comenzar a tomarme la vida de una forma muy
distinta.
Comprendí
que, no podía permitir que los pequeños baches del camino me impidiesen ver el
sendero.
Que, por
muy pedregoso que fuese el terreno, tengo la capacidad más que suficiente para
seguir caminando.
Me di
cuenta de que la vida es demasiado bella como para amargarse por cualquier
motivo.
Que ahí
fuera hay todo un mundo luminoso, lleno de colores, de alegría, de momentos
felices… Toda una vida por vivir.
Y,
entonces, mi actitud comenzó a cambiar. Poco a poco, pero sin parar.
Comencé
a deshacerme de comportamientos negativos, a desprenderme de mentalidades poco
positivas.
Comencé
a permitirme vivir, disfrutar, y ser feliz.
No voy a
negar que he pasado por momentos muy oscuros en la vida, pues eso sería negar
mi propio pasado, mi propia historia. Y jamás lo haría.
Pero,
lejos de dejar que eso me hunda y me estanque en el lodo, lo he utilizado para
aprender, para crecer, para hacerme más fuerte.
Y otra
cosa no, pero aprender, he aprendido muchísimo en esta vida.
Creo que
estoy en el camino correcto, que mis pasos me están llevando al lugar adecuado.
Desde
que adopté esta actitud, veo todo de una forma mucho más alegre, y yo me siento
mucho mejor conmigo mismo.
Desde
que me encontré a mí mismo, tomé la decisión de no volver a perderme, jamás.
Jamás
dejaré que nada ni nadie cambie mi forma de ser, mi forma de sentir, de pensar,
de soñar…
Soñaré,
amaré, viviré.
Pase lo
que pase, cueste lo que cueste.
Soy
quien soy, y nunca, jamás, dejaré de serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué se te pasa por la cabeza, Habitante?