Son
tiempos raros, como tantos otros.
Quizás sean como todos los demás que he vivido, creo que siempre me parecen “tiempos
raros”.
Últimamente
estoy en modo muy huraño y solitario.
Me
relaciono menos de lo normal con la gente de mi entorno, y ellos se percatan de
la situación.
Algunos
me hablan, preocupados, pues se han dado cuenta de mi cambio repentino de un
día para otro.
Creo que
incluso se puede apreciar todo esto en el blog, pasé de publicar 3 entradas por
mes a publicar una, y con esfuerzo.
Supongo
que el estrés y el cansancio me está haciendo mella más rápido de lo que
pensaba, y no puedo evitar exteriorizarlo.
Llego a
casa y lo único que me apetece es tirarme en la cama con el ordenador a jugar a
algo, para desconectar de esta realidad impuesta en la que vivo y que me
desagrada en plenitud.
Lo sé,
no es excusa.
Pero
siento que últimamente estoy haciendo las cosas mal con aquellos a los que
importo, y que también me importan a mí.
Me he
alejado de mis seres queridos, de todos ellos, y me he encerrado en una burbuja
de soledad de la que me cuesta salir.
Tengo
muchas conversaciones sin siquiera abrir, porque no me siento capaz de dar
explicaciones, ni de lidiar con los demás.
Siento
que le debo disculpas a mucha gente en estas semanas, porque sé que desde fuera
puede dar la impresión de que estoy ignorando a todos ellos.
Pero de
verdad, os juro que no es nada personal, no os ignoro, y no ha cambiado nada
entre nosotros. Pero estoy en una época en la que, simplemente, necesito algo
de soledad y tiempo para mí mismo.
Supongo
que esta entrada es a modo de disculpa, hacia esas personas que me escriben y
todavía esperan mi respuesta, hacia esas otras de mi entorno más cercano que
tienen que aguantar mi mal humor.
Y
también hacia vosotros, a esos que seguís entrando por aquí pese a la reciente
inactividad.
A todos
vosotros, lo siento, de verdad.
Pronto
volveré a ser yo mismo, lo prometo.
Os
quiero.
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