Mediocre.
Así me
he sentido toda mi vida.
Trato de
mejorar, poco a poco, pero muchas veces me frustro.
Siento que, por mucho que me esfuerce, sigue siendo insuficiente.
Y yo
trato de progresar.
Pero me
veo a mí mismo, me leo, me escucho… Y no puedo evitar compararme, con todo el
mundo. Es entonces cuando me invade un sentimiento de inferioridad tremendo.
A veces,
en contadas ocasiones, escribo algo que me parece bueno.
Pero luego lo vuelvo a leer, y me decepciona de nuevo.
¿Quizás
soy demasiado perfeccionista?
Siento que persigo un nivel al que jamás llegaré…
Y esto
se puede aplicar a cada ámbito de la vida.
Siempre
siento que no soy suficiente.
Por
ejemplo, estoy escribiendo un poemario. Tengo más de 50 poemas para seleccionar
y poner los mejores.
Sin embargo, a medida que los leo, me parecen todos malos, mediocres.
Insuficientes.
De
verdad que intento mejorar cada día, pero a veces dudo de mi propia capacidad.
Siento que estoy estancado en este sentimiento, y que jamás me consideraré lo
suficientemente “bueno”.
Y por
mucho que lo intente, por mucho que me esfuerce, siempre tengo ese maldito
sentimiento de mediocridad.
Tanto, que a veces me planteo si realmente habré llegado a mi máximo de
mejoría, y que ya jamás podré salir de este nivel.
Y eso me
frustra más.
Pero es
que hay días en los que, por mucho que escriba y escriba, no soy capaz de
plasmar con palabras lo que siento.
A veces
me viene a la cabeza una historia que escuché hace tiempo, y de la que no
consigo acordarme con claridad.
Dicha historia, trataba sobre un escritor, si no recuerdo mal.
Dicen que se volvió loco al verse incapaz de superarse a sí mismo. Que, una vez
que escribió su mejor obra, la frustración de saber que nunca podría escribir
algo mejor le terminó volviendo loco.
Tal es
esa sensación que ni siquiera he sido capaz de llevar a cabo esta entrada como
realmente quería.
Pero
pasan los días, y yo soy incapaz de hacer nada mejor.
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