domingo, 6 de febrero de 2022

Casos perdidos

 


Casos perdidos.

Eso éramos mi “hermano” y yo cuando nos presentaron: dos casos perdidos.

No teníamos a nadie, y la oscuridad nos había corrompido desde muy pequeños.
La verdad es que la cosa pintaba mal para nosotros.

Pero entonces, alguien tuvo la genial idea de presentarnos, y todo comenzó a cambiar.

Tal vez por el hecho de que, al ser ambos dos “casos perdidos”, al estar ambos tan sumidos en la oscuridad, nos entendíamos como poca gente podía hacerlo.

El destino quiso que, al poco tiempo, nos pusieran en la misma clase. Y empezó a surgir una verdadera amistad.

Podría rememorar muchos momentos de aquel entonces, pero no trata sobre eso esta entrada.

Lo que he querido decir con esta introducción es que, hay un pensamiento bastante común:
La gente dice que, si te juntas con alguien que está mal, estando mal tú también, será peor para ambos. Pero… ¿Por qué?

Entiendo que,  en algunas situaciones sea así, pero pienso que está mal enfocado.
El hecho de que dos personas se sientan parecido, debería servir para aliviar un poco el sentimiento de tremenda soledad que la oscuridad te hace sentir. Para hacerte ver que no estás loco, que hay gente que se siente igual que tú.

En vez de hundirse mutuamente, esas dos personas deberían aprovechar para apoyarse mejor de lo que nadie más podría hacerlo.
¿Quién mejor que tú sabe lo que necesitas escuchar en ciertos momentos?
Precisamente por eso, es más probable que sepas qué decir en el momento justo para alguien que se siente como tú.

Y así ha sido en mi caso, al revés de esa creencia popular.
El hecho de juntarme con gente que me comprendía me ayudaba a seguir adelante, a la vez que yo ayudaba a esas personas también.

Echo la vista atrás, y se me ocurren momentos en los que, de no ser por haber tenido a mi lado a gente como mi “hermano”…

Siempre tendré marcada en la memoria aquella frase que me dijo una vez, hace ya alrededor de una década: “tío, me preocupas. Creo que estás a una desgracia de perder la cabeza.”

Fue precisamente aquella frase la que me dio el empujón necesario para superar las desgracias que se acontecieron después.
El saber que él me comprendía, que él veía mi oscuridad, y que la sentía igual que yo… Fue suficiente.

Creo que, en todos los años que llevamos siendo amigos, nunca nos hemos hundido mutuamente, pese a que ambos hemos pasado malos momentos simultáneamente.

Por eso siempre pensaré que, si lo enfocas de otra manera, todo puede ser muy distinto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué se te pasa por la cabeza, Habitante?

El Nómada III

  Amaneció un día más en aquel devastado mundo. Un día más en el que tendría que continuar caminando por el sendero sin rumbo ni colores, to...