Hace algún tiempo que no escribo por aquí, demasiado.
No es porque sienta que no tenga nada que decir, al
contrario. En innumerables ocasiones he sentido el deseo de publicar algo,
incluso se me han ocurrido ideas que considero buenas para venir aquí a
plasmarlas.
Sin embargo, cada vez que me pongo ante la hora en blanco,
siento que no soy capaz de escribir nada.
Como si un silencio ensordecedor se adueñase de mi mente y
enmudeciese a mis manos.
Me detengo a pensar en los últimos meses, y me doy cuenta de
que llevo en una “caída libre” demasiado tiempo. Pero si echo la vista aún más
atrás, me estremece darme cuenta de que, en realidad, ni siquiera recuerdo el
momento en el que empecé a caer.
Hoy me fui a comer a un restaurante sin más compañía que mi
cuaderno y mis bolígrafos. Y allí estuve, comiendo rodeado de gente, pero
sintiendo que estaba solo en el mundo.
Estoy seguro de que muchos de vosotros os habéis sentido así
en algún momento de vuestras vidas. Completamente rodeados de personas, pero
sintiendo que no eran otra cosa que relleno en un mundo inmensamente vacío.
Y, precisamente, sobre eso he escrito en mi cuaderno, así que
he decidido probar algo “nuevo”.
No voy a escribir aquí, en “frío”, los pensamientos que vinieron
a mi mente en esos momentos. Voy a dejar que los leáis tal cual salieron de mí.
Espero que la vida os trate bien.
Un abrazo.